SALA
Desde sus orígenes, el ser humano ha buscado o construido recintos donde fuera posible conectar con una realidad superior. Así, diversas culturas usaron claros del bosque, cuevas en la montaña e islas, con ese carácter de lugares sagrados.
Construcciones redondeadas, mandórlicas, aterrazadas, rematadas con cúpulas, con conos, con agujas, con minaretes. Entre ellas se encuentran las grandes “stupas” de forma semiesférica rematadas en un conoide, hoy diseminadas por la India y otros países de Asia. La Sala está inspirada en ellas; pero mientras aquellos son lugares cerrados e inaccesibles, nuestras salas son abiertas, vacías y sin íconos, imágenes o símbolos. Un lugar dispuesto para ser “llenado” por las personas.
Su interior simboliza el acceso a la experiencia interna profunda a través de un espacio vacío de íconos, símbolos o imágenes. Exteriormente, los muros hacen de enmarque de una esfera, que en su cúspide indica la dirección hacia lo alto. La forma esférica de la Sala lleva a sentirse incluido en ella y a experimentar una conexión profunda con uno mismo.